Culiacán, Sinaloa.– Mientras el calendario sindical marcó el 4 de noviembre como la fecha límite de su periodo estatutario, Genaro Torrecillas López, líder del SNTE Sección 27, decidió ignorar el reloj. Y como si fuera el tema pegajoso de Grupo Frontera, simplemente “no se va, no se va”.
La comparación no es gratuita: todo indica que Torrecillas se aferra al cargo como si se tratara de la última gallina de los huevos de oro… esa misma que, según señalan docentes inconformes, lo habría llevado a llegar sin nada y hoy ganarse el apodo de “el 80-20”.
De acuerdo con los tiempos oficiales, en octubre debió emitirse la convocatoria para elegir a su sucesor. Pero eso no ocurrió. Y no porque falte claridad, sino voluntad. El “Nacional”, encabezado por Alfonso Cepeda Salas, tampoco liberó el documento, lo que para muchos huele a una alianza conveniente para prolongar mandatos sin rendir cuentas. Un retroceso disfrazado de formalidad sindical.
El descontento entre el magisterio no es nuevo. Torrecillas prometió renovación, pero entregó ausencias. Todos los días, narran trabajadores de la educación, más de una decena de maestros acude a sus oficinas buscando respuestas, solo para encontrarse con la puerta cerrada y al dirigente desayunando en restaurantes de élite. El líder que debería atenderlos, simplemente no está. Y la lista de pendientes sigue creciendo.
Ahora, ante la intención evidente de mantenerse en el poder, ya se cocina una movilización: para el 4 de diciembre -fecha en que se cumple un mes de haber culminado su período- decenas de maestros planean tomar las instalaciones del sindicato para exigir transparencia, respuestas y, sobre todo, su salida. El hartazgo ya no es discreto; es una presión frontal que podría marcar un antes y un después en la sección 27.
La comparación con su antecesor, Edén Inzunza, tampoco ayuda. Inzunza entregó un sindicato sin deudas históricas, con edificios rehabilitados tras décadas de abandono, más de 2.5 millones de pesos en caja, 20 millones del SIAP y 3 millones destinados a la construcción de un auditorio. Todo documentado con estados bancarios y con un informe que incluso fue reconocido públicamente. Un contraste que pesa, y mucho.
Por eso, la pregunta que corre en los pasillos sindicales es inevitable: ¿qué quedará en las arcas tras el paso de Torrecillas? El informe final será determinante, aunque entre los maestros la calificación ya parece escrita: reprobado. Falta ver si, al igual que en la canción, intenta quedarse hasta que lo saquen del escenario… o si finalmente entiende que el ciclo terminó, aunque para él “no se va, no se va”





