Columna: “Mujeres en la representación política; la necesidad de no olvidar la lucha de nuestras madres y abuelas”

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COLUMNA: Alejandra Reyes, activista feminista y defensora de los derechos humanos en Sinaloa

Aún recuerdo como mi abuela narraba con un nudo en la garganta las veces que sujetos abusaron de ella cuando era una niña a cambio de darle un pedazo de sandía para que no muriera de hambre, o las veces en que mi madre puso su cuerpo para protegernos a mí y mis hermanos contra los golpes de mi padre.

Para mí, eso era México, eso era una familia, era lo natural. ¿Y por qué? porque no éramos el único hogar con esas características, había más, muchos más.

Y todo continuaba igual, la violencia dentro de los hogares estaba tan normalizada que se expandía como un cáncer en nuestro país, mientras que seguíamos escuchando como en las calles sonaban los eslóganes electorales de los políticos en campaña, mirábamos como ondeaban sus banderas, hablaban de todo, pero nunca de “eso”.

La mayoría eran hombres, quienes estaban apoderados de los espacios de poder, y la vida seguía pasando por encima de nosotras, quienes éramos niñas aún, quienes somos adultas hoy. No era un tema relevante para su agenda, no era algo tan importante.

Entonces las mujeres comenzaron a ganar espacios, cada vez más, y las problemáticas que vivíamos día a día comenzaron a convertirse en parte de la agenda en el país.

Esas mujeres que comenzaron a visibilizar lo que realmente sucedía dentro de los hogares mexicanos, algo que dolía en el estómago un poco más que el hambre, la violencia sexual, esa que duele en las entrañas.

Avanzamos como país, claro que lo hicimos. Hoy más mujeres representan los espacios de poder y la toma de decisiones. Pero, lo que sucedió el pasado 25 de marzo del 2025 en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, con el no desafuero a Cuauhtémoc Blanco, fue un paso en retroceso, fue un baldazo de agua fría que nos quema la piel para quienes crecimos entre violencia sexual, física y psicológica, fue una burla al dolor de las miles de niñas, adolescentes y mujeres que siguen siendo víctimas, y fue una traición a nuestras ancestras, a nuestras abuelas y madres.

Ese día, nos dimos cuenta porque la lucha continua, porque no podemos ceder y bajar las manos en son de paz. En ese instante, vimos como nuestra lucha y la de nuestras antepasadas había sido utilizada para favorecer al pacto patriarcal.

La lucha, ese antecedente histórico que sostenemos detrás de nosotras, nos obliga a no olvidar, porque olvidar sería invisibilizar la vida de quienes nos antecedieron resistiendo por lo que hoy las nuevas generaciones tenemos.

No se trata de gobernar como hombre machista, no se trata de repetir y fortalecer al mismo sistema patriarcal… Como lo dice Vivir Quintana en su canción Presidenta “Que decidas sabiamente dirigir, que el dolor de la memoria sea la herida que no quieras tú volver a repetir, que no dejes sin mañana la grandeza, que la historia no se vuelva cicatriz, que los ojos de los niños de los barrios sean la causa de impulsar y construir”

Hoy me cuestiono y las invito a cuestionarse ¿En qué momento el privilegio nos hizo olvidar?

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