Por más que recorrió el estado, el «bocho» de Genaro Torrecillas nunca se llenó

Imagen: Cortesía

Culiacán, Sin.- Dicen que para saber cuánta gente te queda, hay que salir a buscarla. Y eso fue precisamente lo que hizo la semana pasada el Secretario General del SNTE 27, Genaro Torrecillas López. Recorrió el estado, se sentó con maestros, coordinadores y viejos aliados… pero la respuesta fue la misma en cada parada: el «bocho» sigue vacío.

Aunque intentó medir fuerzas, lo cierto es que más de la mitad de su gente ya no está. Se fueron, se cansaron o simplemente ya no creen. Y cuando la estructura te da la espalda, solo queda el discurso, ese que Torrecillas ha usado para hablar de logros que no se ven, de compensaciones que no llegan y de promesas que, según dice, “se van a pagar en fines de semana, cuando nadie trabaja”. De ese tamaño es el compromiso con su gente: prometer lo que desde hace meses debió cumplirse.

Como los bochos que quedaron descontinuados, así quedó Genaro Torrecillas: fuera de ruta, obsoleto y sin posibilidad de remontar. Prueba de ello es que, rumbo al relevo, ya hay al menos cuatro planillas definidas para buscar la dirigencia del SNTE 27… y ninguna quiere ser la oficialista. Ni una. El desgaste es tal, que hoy cargar con el sello de continuidad es cargar con una losa. Nadie quiere defender lo indefendible.

Pero si hay algo que sí se cumple —al menos estatutariamente— es que su ciclo termina el próximo 5 de noviembre. Esa fecha marcará el final de su gestión, y con ello se abrirá la puerta a una nueva dirigencia. Por eso, octubre será un mes de guerra de colores: planillas, campañas, acusaciones y promesas renovadas. La convocatoria sale un mes antes, hay tres días para registrarse, tres más para corregir anomalías y 15 intensos días de campaña. Es decir, para el 31 de octubre, justo en Halloween, ya tendremos nuevo o nueva secretaria general. Y ojalá no sea un disfraz más.

Mientras tanto, el secretario ha decidido cambiar de sede —otra vez. Ya no despacha en el restaurante Humaya, como solía hacerlo, ahora lo hace en La Lorenza, ahí mismo en Plaza Ceiba. No volvió a su oficina sindical, simplemente cambió de mesa… y de meseros. Ellos sí que los van a extrañar, porque al menos con las propinas salían ganando.

Así se cierra el último tramo de Torrecillas al frente del SNTE 27: con un bocho vacío, sin gasolina política y sin más destino que la salida. Habrá que ver si los maestros ahora sí toman el volante, tendrán todo un periodo vacacional para analizar a quien apoyarán, de qué ya saben quienes son los posibles sucesores eso ya lo saben. Porque lo que queda claro es que a este bocho sindical ya no lo mueve ni la nostalgia.

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