Mundo.- Hace unos cuantos días, se aprobó en el estado de Oklahoma la ley más restrictiva en contra del aborto de la cual se tiene registro en la historia de los Estados Unidos. Generando así una crisis política en torno a los derechos reproductivos de las mujeres en todo el país.
Sin embargo, esta es una situación que se venía gestando desde la administración Trump, la cual se vio comprobada cuando en septiembre de 2021, Texas aprobó a su vez una ley antiaborto, la cual permite a los ciudadanos denunciar a los proveedores de servicios de aborto y además, prohibe el procedimiento a partir de las 6 semanas de gestación. Más allá de esto, el gobernador de ese estado promulgó posteriormente la prohibición casi total de ese derecho.
En dicho sentido, es importante reflexionar acerca de la relación que existe entre este suceso y la realidad de México. Como es bien sabido, también en septiembre de 2021 la Suprema Corte de Justicia de la Nación votó a favor de la despenalización del aborto, lo que marcó un gran precedente para legalización del derecho en nuestro país.
La aspiración del movimiento feminista proaborto hacia el modelo americano se ve repentinamente fragmentada debido al retroceso por el que está atravesando nuestro país vecino. Allí, desde la década de los setentas ya existían clínicas legales especializadas para ejercer el procedimiento, pero estas se encuentran sobre la cuerda floja.
Es por ello que en este momento de la historia, y aunque parezca difícil de creer, los reflectores estadounidenses pueden virar hacia el escenario mexicano. Ahora más que nunca, es esencial la cooperación entre ambos países para aprender unos de otros.
Según una opinión de la Corte Suprema de los Estados Unidos filtrada a inicios del presente mes, existe la posibilidad de que se anule la sentencia del caso Roe vs. Wade de 1973, el cual le dio lugar al reconocimiento del derecho a decidir sobre su cuerpo a las mujeres a lo largo del país. Aún cuando este juicio no marcó la restricción en contra de las leyes antiaborto, si exhortó al reconocimiento del procedimiento como una libertad fundamental protegida por la Constitución y basada en el derecho a la privacidad. Así, se estableció que dicho precedente no podía ser rechazado y abrió la puerta a la despenalización de éste en todo el territorio estadounidense.
Sin embargo, y a pesar de que la opinión pública fue cambiando con el pasar de los años, esto no aseguró que tanto los profesionistas como las mujeres que practicaban abortos fueran atacados por grupos provida. Esto a partir de actos que iban desde protestas masivas hasta agresiones físicas, e incluso asesinatos de proveedores del servicio. Obviamente, tras la creciente oleada de movimientos de ultraderecha, iniciada durante la presidencia de Donald J. Trump, el movimiento provida tomó fuerza.
Es justo por esto que podemos marcar una línea entre el caso mexicano y el estadounidense; en el primero, mujeres de todo el país han luchado por años para obtener el reconocimiento de este derecho. Mientras que en el segundo, el precedente de un juicio le otorgó la facultad de decidir a las mujeres de todo el país. Aún así, en un abrir y cerrar de ojos el derecho a decidir les fue arrebatado.
Es aquí donde entra en juego el papel del movimiento feminista proaborto de México, el cual le puede servir de ejemplo a los grupos estadounidenses. Si bien la sociedad mexicana es muy distinta a la de estadounidense; pues la nuestra está acostumbrada a tener que desconfiar en las autoridades y por ello tomar acción por su propia cuenta, el accionar de las y los estadounidenses siempre se había visto regido por lo que la ley dicta. Sin embargo, es en momentos tan cruciales que dicho comportamiento se comienza a cuestionar.
En México, desde hace varias décadas, existen redes de apoyo para abortar de forma segura. Y aunque dichas prácticas fueron, y en algunos estados siguen siendo ilegales, las mujeres que forman parte de esas redes ofrecen un acompañamiento incondicional a quienes deciden terminar sus embarazos. Las líderes de estos grupos se dedican a documentarse ampliamente en el procedimiento, y asesorarse directamente con profesionales en la materia. Algunas de ellas, como es el caso de la fundadora de Las Libres, Verónica Cruz, han impartido conferencias alrededor del mundo sobre la lucha por el derecho a decidir de las mujeres.
Por otro lado, debido a que este era un derecho protegido por la ley en Estados Unidos, en ese país no existen este tipo de redes. Es por ello que muchos grupos proaborto estadounidenses están volteando a ver nuestro escenario. Aunque este es el caso, existe una división dentro del movimiento estadounidense, pues hay quienes están de acuerdo en radicalizarse y crear redes, mientras que algunas mujeres sólo seguirán luchando sí es por la vía legal, pues aún confían plenamente en la justicia de su país.
En plena época de elecciones, en la cual el partido demócrata está perdiendo cada vez más fuerza, es lógico que el descontento y la incertidumbre se apoderen de los movimientos sociales y políticos. Aun así, es imprescindible poner sobre la mesa el hecho de que con o sin legislación, los abortos seguirán siendo practicados en Estados Unidos, México y todo el mundo. Es justamente por ello que es necesario crear las mejores condiciones para que estos procedimientos sucedan de manera totalmente segura, legal y gratuita.